ahora les dejo algunos poemas de dos autores de haiku más conocidos de Japón:
El primero es Yosa Buson (1716-1784), que es menos religioso que Basho, pero más llamativo, y una de las razones es porque era un distinguido pintor. Buson se sentía inferior en profundidad humana, pero superaba a Basho en finura y sensibilidad.
Maté un faisán,
y al volver a mi casa,
iba el sol alto.
Acá y allá
escuchan la cascada
jóvenes yerbas.
Cada mañana
¿dónde va pensativa
la primavera?
Pasó el ayer,
pasó también el hoy:
se va la primavera.
Días pausados.
En un rincón de Kioto
se escuchan ecos.
Sopla el poniente,
y al oriente se apilan
las hojas secas.
Melancolía,
más que el año pasado:
tarde de otoño.
Bashó se fue.
Desde entonces aún
no hace ni un año.
Quedé abatido
la noche que corté
la peonía.
Lluvias de mayo.
Y enfrente del gran río
un par de casas.
La primavera
¿adónde se habrá ido?
¿Y el barco anclado?
El otro autor que quiero mencionar es Kobayashi Issa (1763-1827), que era más sentimentalista. Su humanidad le hizo ser el menos japonés de los poetas. Issa es descrito como el Whitman o el Neruda en miniatura dado su amor por las cosas pequeñas. También es considerado digno de San Francisco de Asís, pero con la diferencia de que en este caso eran los pajaritos los que le hablaban a él.
Hasta el portón
llega todo marchito
el campo llano.
No te diriges
sino al campo otoñal,
peregrinito.
El pueblo mío,
tenga o no tenga bruma,
está torcido.
¡Reza tan sólo,
reza! -dice el rocío,
y se evapora.
Tú caracol,
mira bien, mira bien,
tu propia sombra.
Voy a salir;
disfrutad el amor,
moscas de casa.
De no estar tú,
demasiado enorme
sería el bosque.
Estate ahí,
que aunque torpe, tú eres
mi ruiseñor.
La primera cigarra:
"Miren, miren y miren
lo baladí".
Por divertirse
coge un gato las moscas
de la ventana.
Yo soy un huérfano,
yo soy una luciérnaga
que no da luz.
El primero es Yosa Buson (1716-1784), que es menos religioso que Basho, pero más llamativo, y una de las razones es porque era un distinguido pintor. Buson se sentía inferior en profundidad humana, pero superaba a Basho en finura y sensibilidad.
Maté un faisán,
y al volver a mi casa,
iba el sol alto.
Acá y allá
escuchan la cascada
jóvenes yerbas.
Cada mañana
¿dónde va pensativa
la primavera?
Pasó el ayer,
pasó también el hoy:
se va la primavera.
Días pausados.
En un rincón de Kioto
se escuchan ecos.
Sopla el poniente,
y al oriente se apilan
las hojas secas.
Melancolía,
más que el año pasado:
tarde de otoño.
Bashó se fue.
Desde entonces aún
no hace ni un año.
Quedé abatido
la noche que corté
la peonía.
Lluvias de mayo.
Y enfrente del gran río
un par de casas.
La primavera
¿adónde se habrá ido?
¿Y el barco anclado?
El otro autor que quiero mencionar es Kobayashi Issa (1763-1827), que era más sentimentalista. Su humanidad le hizo ser el menos japonés de los poetas. Issa es descrito como el Whitman o el Neruda en miniatura dado su amor por las cosas pequeñas. También es considerado digno de San Francisco de Asís, pero con la diferencia de que en este caso eran los pajaritos los que le hablaban a él.
Hasta el portón
llega todo marchito
el campo llano.
No te diriges
sino al campo otoñal,
peregrinito.
El pueblo mío,
tenga o no tenga bruma,
está torcido.
¡Reza tan sólo,
reza! -dice el rocío,
y se evapora.
Tú caracol,
mira bien, mira bien,
tu propia sombra.
Voy a salir;
disfrutad el amor,
moscas de casa.
De no estar tú,
demasiado enorme
sería el bosque.
Estate ahí,
que aunque torpe, tú eres
mi ruiseñor.
La primera cigarra:
"Miren, miren y miren
lo baladí".
Por divertirse
coge un gato las moscas
de la ventana.
Yo soy un huérfano,
yo soy una luciérnaga
que no da luz.
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