de Stefan Sweig -Tres espíritus creadores

sábado, 11 de agosto de 2007

Nicanor Parra


Nicanor Parra pertenece a la generación posterior a la Vanguardia (la de los años 50). Es uno de los que más ha influido en jóvenes autores, por la recuperación que hace de la estética vanguardista. Nicanor habla de antipoesía, el procedimiento que pone en marcha.
Su producción poética comienza con CANCIONES SIN NOMBRE (1937), obra que obedece a ese neopopularismo que se pone de moda en los años 20. Está influido, sobre todo, por el neopopularismo español de los autores del 27.
Hasta 1954, no volverá a escribir. En ese año, pulbica POEMAS Y ANTIPOEMAS. Es un libro de transición entre la estética neopopularista y la de la poesía anglosajona, mucho más enfática y solemne que la castellana.
Es una poesía parecida a la que se está haciendo en España por Ángel González, la poesía de la experiencia, y que recuerda en su tono neorromántico a autores como Campoamor. Parra va a hacer un guiño al modernismo.
En "Vamos por partes", se va a frenar a sí mismo. Adquiere conciencia de la efusividad futil en la que puede caer, propia de los excesos modernistas. Es, con todo, poema con un tono moderado, de elementos irónicos muy suaves, que no tienen nada que ver con su antipoesía, más radical en el tono irónico y en su distanciamiento.
En "Coplas de Vino", poema página 501, vamos a ver otro poema neopopularista: está compuesto por cuartetas en versos octosílabos, si bien no siempre se respeta la rima característica de este tipo de estrofa, si bien siempre hará rimar los pares para que el poema posea rima arromanzada.
En "La montaña rusa" (503) encontramos el poema emblemático de su antipoesía: Parra ha roto ya con toda la estructura musical tradicional, retomando el verso libre. El poema es una especie de proclama donde hay afirmaciones radicales que acuerdan con su nuevo concepto de poesía:
- Descalifica toda la poesía anterior, desde el comienzo de las Vanguardias, hasta los años 60. Llega él con ese mecanismo de provocación que es capaz de producir la angustia que puede dar una montaña rusa, apasionante y angustiosa a un tiempo.
Los principios de su antipoesía son los siguientes (fueron incluidos en un artículo-carta de 1949, que escribe mientras realiza en Oxford sus estudios de matemáticas. Parra va a tener una visión científica de la literatura que tiene mucha importancia en su poesía):
- Poesía objetiva.
- La poesía es instrumento de análisis psicológico.
- El poema es una especie de corte practicado en la totalidad del ser humano.
- El poeta no tiene derecho a interpretar, sino a describir friamente, dege ser un ojo microscópico. Su antipoesía pretende una descripción objetiva, profunda de la realidad en la que se incluye el ser humano. Para todo esto, utilizará una serie de procedimientos técnicos.
Su poema "EL túnel" (pág. 496), es un poema narrativo que habla de una anécdota, pero tiene también un carácter simbólico: las mujeres son esos poetastros que le tuvieron absorto, como Neruda, Huidobro y Borges.
En "Test" (1968), encontramos la muerte de la contradicción implícita en el término antipoesía.
Aparte del juego propio de la propia designación de "antipoesía", vemos que el "antipoema", no es otra cosa que el poema tradicional enriquecido con la savia surrealista. Este antipoema debe ser resuelto desde el punto de vista psicológico del país y del continente para ser considerado como ideal poético ()?).

De su preocupación rehumanizadora, de examen del interior del ser humano, encontramos el uso de una estructura melodramática aplicada al poema, pero manipulándola desde dentro para lograr el efecto de ridiculización que siempre busca (por ejemplo, "El túnel" o "Autorretrato").
La antipoesía que cultiva Parra entre los años 54 y 73, es una poesía que niega la tradición inmediatamente anterior, y que se niega también a sí misma al poener en cuestión los fundamentos del discurso poético tradicional como discurso trascendente, espiritualista, que ayuda al ser humano. Incluso niega su propia reacción antipoética (por ejemplo, en "Me retracto de todo lo dicho", donde intenta ser lo más honesto posible con su proyecto de ruptura con el discurso poético).
Una vez llegado a esta posición es difícil continuar (el silencio hubiese sido la salida posible), pero sin embargo Parra da un paso má: lo que lleva a ARTEFACTOS (1973). En esta obra, Parra va a situarse cerca de algunas prácticas de recuperación vanguardista (por ejemplo, la poesía mural), así como de la llamada "poesía concreta", con una especie de recuperación de procedimientos de la vanguardia clásica, como por ejemplo el caligrama, si bien con recursos más avanzados, tales como la incorporación de objetos con un sentido poético a través de la fotografía. Muchos críticos engloban este último período de la poesía de Parra en la posmodernidad. Esta recuperación de tradición y recuperación del surrealismo vanguardisto es lo que se ha dado en llamar "neovanguardismo", en el que hallamos la rehumanización del discurso poético, y la recuperación de ciertos valores vanguardistas, sobre todo aquéllos que defendían la necesidad de revolucionar el arte dentro de una necesidad más globar de cambiar la vida, el mundo (esto es, la necesidad de crear una arte subversivo).
La conjunción de estos dos factores, que parecen contradictorios, la vamos a encontrar presente en poetas como Cardenal, Benedetti, Pacheco, etc...
Vemos en esta última época de Parra un tipo de lenguaje conversacional, directamente comunicativo: pero frente a sus contemporáneos no usa la ironía, sino que llega al humor en forma de sarcasmo o directamente de chiste, con ese lenguaje específico que vemos por ejemplo en "LA MONTAÑA RUSA". El procedimiento funcional del chiste, según el psicoanalismo, y el de la poesía son muy parecidos en la medida en que se trata de buscar dos realidades aparentemente antagónicas y unirlas. Esta aproximación al chiste, introduciendo el humor como radicalización de la ironía, es propia de Parra.

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